Por fin las cosas estaban volviendo a ser como antes y tras mucho tiempo sin FIESTAS, ahora sí iban a poder celebrarse.
Mike no veía el momento de que llegaran. ¡Había hecho tantos planes! Este año pensaba hacer de todo: las costumbres de siempre y lo que fuera surgiendo.
Tenía muchísimas ganas de vivir la calle, de bailar, ligar, llegar a las mil…
Amigos y familia sin restricciones, ¡POR FIN!
Y las fiestas llegaron. Mike se acicaló y antes de que cantara el gallo ya estaba con toda la power:
Cuando Mike se despertó ya no oía música, tampoco veía a nadie; solo sentía un profundo malestar. ¡Qué desastre! ¡Había perdido el pañuelico! Y lo que era mucho peor: lamentablemente también se había perdido el resto de las tan ansiadas fiestas.
Y todo, por haber salido sin cabeza.